Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro. Nuria Capdevila-Argüelles y María Jesús Fraga (compiladoras). Fundación Banco Santander. Madrid, 2014.
Presentación.Instituto Cervantes. Entrada C/ Barquillo, 4. Miércoles 21 de enero de 2015. 19:30 horas
Presenta Francisco Javier Expósito y da paso a
Almudena Grandes:
De pequeña fue fanática de Celia, destrozó los libros de su hermana, pero no conocía su cara, nunca la había visto ni se había preguntado por la autora. Porque en Elena Fortún (1886-1952) se da ese caso, tan común en literatura, en que el personaje "Celia" es más grande que el propio autor que se veo obligado entonces a disfrutar del éxito vicariamente, porque el éxito fue de Celia.
Elena Fortún tuvo el indudable mérito de ser el escritor republicano de mayor implantación en la España franquista. Fue una escritora genial de literatura infantil que equivale a decir que fue una escritora genial. De esta compilación Grandes destaca sobre todo el relato "Nací de pie" y el haber dado la dimensión humana, adulta y con vida verdadera, marido, hijos, exilio. Porque a los lectores de Celia los textos relativos a ésta sólo pueden confirmarles algo que ya sabían.
El intento de ahondar en la relación muy peculiar que hubo entre ellas y de penetrar en la homosexualidad que pudieran tener. Fueron señoritas del Lyceum Club, de aquellas que recogió Manguini en Las modernas de Madrid y que Concha Méndez describía con "las maridas de sus maridos", que repetían allí lo oído en casa. Como escritora, Grandes estaba familiarizada con Concha Méndez, con Constancia de la Mora, que vivieron de forma más desacomplejada la modernidad por no haber tenido que luchar con un demonio interior, por no haber soportado una revolución íntima. Fortún y Ras hallan en el armario ese juego de esconderse y mostrarse.
La fortuna del título, "El camino es nuestro" viene de la afirmación de la propia sexualidad, del propio cuerpo, alude a que somos responsables de nuestras elecciones aunque Dios disponga en última instancia de nuestros destinos.
Este libro coincide con la idea de Grandes de que la literatura debe servir para hacer que los lectores se planteen preguntas y desarrollar en ellos el tan cacareado "pensamiento crítico" y es que éste es un libro que provoca muchas preguntas.
Y le han entrado ganas de volver a comprar sus libros y releer a Celia, de la que solo conserva una edición comprada ya mayor de los años 80.
La opción de Matilde Ras, con ese Noli me tangere (No me toquen) con la elaboración de la propia soledad con valentía supone también una singularidad en esa vivencia de la modernidad.
Maxim Huerta:
Su intervención ha sido muy limitada, destacar lo fácil que resulta ahora ser moderno frente a estas autoras que tuvieron que vivir el lesbianismo escondido, enfrentar el catolicismo, su deseo de dejar de ser analfabetas, la tantas veces repetida combinación española de católicismo y republicanismo que vivió su abuela y que nos enseñan que debemos vivir con menos prejuicios. De todas sus dificultades hicieron cocido intelectual, emocional y literario. Y enseñaron, en el caso de Fortún, que no son inocentes los niños.
Nuria Capdevila-Argüelles:
Recogió el comentario de Maxim "quisiera ser JOsephine Baker ahora mismo, con vestido de plátanos" para recordar a uno de los personajes de Elena Fortún, Matonkiki, cuyo nombre derivaba de la canción de Baker "Ma petite Tonkinoise".Recalcó que la generación de modernas a la que pertenecían fue importante por haber tenido conciencia de grupo. Su recuperación es el descubrimiento de la parte sumergida del iceberg.
Escribían a diario. Eran disímiles en formación porque Elena Fortún era hija de analfabeta y siempre vivió la literatura, a la que llegó tarde, con la sensación de ser una ciudadana de prestado. Matilde Ras era hija de una traductora que se llamaba como ella, se formó exquisita y cosmopolitamente, viajando a Francia y alcanzando una erudicción que Fortún admiraba.
Ras en cambio admiraba la amenidad y frescura de Fortún. Convivieron juntas en la guerra y les separó el exilio en Argentina y Portugal respectivamente. La ciudad, a la vuelta, se
llenó de fantasmas. Hay que recordar que las mujeres son los grandes fantasmas de los proyectos de la modernidad como recuerda María Campo Alange en La mujer española, cien años de historia.
A Fortún y Ras les pasó como a Carmen Baroja, que ya eran mayores cuando llegó esa modernidad. Antes fueron señoritas decimonónicas con moño y de ahí pasaron al traje sastre y el pelo corto.llenó de fantasmas. Hay que recordar que las mujeres son los grandes fantasmas de los proyectos de la modernidad como recuerda María Campo Alange en La mujer española, cien años de historia.
Ras se atrevió a vivir sola, a ser rara, tuvo una sed insaciable de conocimientos toda su vida y experimentó mucho dolor ante la escritura, que no terminaba de ser lo que ella quería.
Pero ambas continuaban escribiéndose y queriéndose, a diario.
María Jesús Fraga:
Ambas tenían un registro literario amplísimo, como esos cantantes que abarcan tres octavas. Destaca su compromiso, la búsqueda incesante en Fortún de una espiritualidad que la colme, el afán divulgativo de esa Institución Libre de enseñanza a la que llevaba a sus hijos. Sus textos divulgan arte, historia natural, la convierten en heterodoxa y subjetiva.
A Ras la grafología le dió de comer, la literatura no, por lo que la parte alimenticia se llevó a la otra.
Ambas tuvieron una relación enorme con el periodismo, se conocieron en Abc, Blanco y Negro porque compartían edificio.
Ante sus biografías cabe exclamar ¡Qué rara es la vida! ¡Qué rara es la muerte! en ese contraste entre el materialismo de Ras que sabía que no había una vida tras la muerte y aún así buscaba algún consuelo y Fortún que basculó entre el catolismo y el espiritismo, teosofismo para volver al catolicismo sin hallar una salida a ese afán espiritual.
¡Qué buena es la vida si las podemos recuperar!